Extasis et Transfiguratio Fratri Iacobi

Os invito hoy a los confines más tenebrosos del subconsciente, a los reinos donde la palabra pierde todo el significado y sólo queda inerte un rostro desnudo que se rinde ante su propio 'yo'.

Pues, ¿qué es el yo si no una mera grieta en el tiempo y en el espacio? Ah, ¿acaso es concepción equívoca del logos? Quizás el 'yo' no sea más que un absurdo error, esto, o el mas increíble de los desvelos, universal, omnipotente. Halla el ser humano en la música un pegamento que une su maldita grieta de un extremo al otro, es capaz aquí de entender la entereza de su ser, aunque sólo sea un escaso momento, pues vive y muere al mismo tiempo, y, por algo tan sencillo como el oído, basto imperio sensorial, 'es' por fin.
Ya Goethe caía rendido ante la confusión entre logos y palabra, ponía a su Fausto a calibrar las balanzas del mundo, y muy posiblemente seamos más afines al escurridizo Mephistopheles. Zwei Seelen wohnen ach, in meiner Brust! Es pues inalcanzable, imposible convivir con dos almas, realmente es sólo una... pero, ¿y si...?
No es fácil elegir qué lado de dicha grieta ha de regir tu vida, si por un lado anhelas pero por otro te aferras al espíritu de la negación, y ahí radica, ¿es la negación progreso? No existen dualismos que valgan, el alma y el cuerpo son uno; la mente, el alma y el cuerpo la santa trinidad, pero la vida son muchas. Palabras y palabras que llenan, aún vacías, el caótico yermo de la mente humana, χάος (cháos), sin que todas lleguen a vivir en dicho páramo, siempre alguna palabra debe escurrirse por entre los dedos, siempre su significado ha de perderse forzosamente para volver a encontrar su lugar. Quizás no sea la música el elemento que nos pierde, puede que el silencio sea la principal causa de una posterior diarrea verbal, así pensó Liszt que el silencio camina por senderos divinos, inmutable al tiempo y al hombre, eterno. Así, en ese silencio sólo hay silencio, pues cualquier ruido no es más que silencio despertado, invocado a convivir donde realmente no quiere. El artista, como hechicero, apela al silencio más oscuro de su alma y moldea el aire, no al gusto del consumidor, más bien al gusto y al tacto de su propio espíritu, su ser más presente y al mismo tiempo, su 'yo' más lejano.

Esta pieza es obra magna, difícil y aterradoramente honesta. Cuando lleguen las voces, no tiembles...

extasis-et-transfiguratio (Extasis et transfiguratio Fratri Iacobi, violín, viola, violoncello, guitarra, percusión y electrónica, 2013-14).


Dedicado a Alejandro Morán, el genial compositor de esta pieza, estrella perenne.



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Amanda Escárzaga

Amanda Escárzaga
PhD Musicology at Royal Holloway University of London

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